El agua se está convirtiendo en un valor añadido en muchas cartas de los restaurantes, pero ¿cómo podemos diferenciar el sabor del agua?
Al igual que el vino, el aceite, el queso, etc. Un catador de agua debe ser capaz de evaluar la calidad del agua de consumo de boca a partir de sus características organolépticas.
Para empezar, debemos aclarar que existen distintos tipos de agua y que varían según su origen y que dependiendo su procedencia se puede hablar de su sabor. Por ejemplo, hay agua mineral, agua de manantial, agua potable o agua de pozos profundos. Si bien el agua es la misma (H2O), la composición del suelo ocasiona que sea distinta en su contenido de minerales.
Las fases de la cata son tres: la visual, olfativa y gustativa. En la primera fase debe apreciarse la transparencia del agua. En la siguiente etapa las notas minerales, frescas o terrosas, generalmente éstas indican el origen del agua. Y por último, si se va a evaluar agua natural se debe considerar la acidez, la ligereza y la sensación en la boca además de distinguir si es dulce, ácida o salada. Por el contrario si se va a degustar agua con gas se tiene que considerar su finura, la cantidad de burbujas y su intensidad.
En pocas palabras una cata de agua es una experiencia más compleja y sutil. Puede resultar difícil encontrar los matices y contrastes, pero eso no impide evaluar su calidad.