Existen tantos vinos como gustos. Date a la tarea de probar y diferenciar los que más te complacen. Con estos pasos podrás forjar tu propio criterio y disfrutar con ellos
Ante una vasta oferta de etiquetas de vino, elegir el mejor parece una tarea maratónica o sólo para expertos. Cientos de preguntas vienen a la cabeza cuando uno se encuentra frente a un anaquel o una cava. ¿Por dónde empezar? ¿Debo leer la etiqueta? ¿Es necesario probar el vino? ¿Cuándo es importante el año de la cosecha? ¿Me arriesgo por uno nuevo? ¿Joven o añejo? ¿Tinto o blanco? ¿Qué tal marida con los platillos? ¿Qué indica el color del vino? ¿Qué grado de alcohol?
Lo más importante es que forjes tu propio criterio sobre un vino, para que llegue el momento en que la elección sea no solo una tarea fácil, sino placentera.
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Conoce tus gustos
Dedica tiempo a conocer lo que te gusta. Quizás exista un vino de extraordinaria calidad, pero si no es de tu estilo no lo disfrutarás.
Existen tantos vinos para tantos gustos. Así que date a la tarea de probar y diferenciar los que más te complacen. ¿Blanco? ¿Rosado? ¿Tinto? ¿Espumoso? Una vez elegido alguno de estos, analiza las características de cada uno. Decide si te gustan afrutados, más estructurados, jóvenes o de barrica y sobre eso podrás darte cuenta hacia dónde dirigir tu búsqueda.
Para descubrir tus propios gustos, debes saber que hay vinos generosos (por arriba de los 13° de alcohol. Generalmente son dulces, pero también hay secos), tranquilos (menos de 15° de alcohol, sin burbujas. Tinto, blanco o rosado), espumosos (su textura lleva burbujas obtenidas gracias a una segunda fermentación en botella) y gasificados (cuando se les incorpora gas artificialmente).
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Elige un vino según la ocasión
Existe un tipo de vino para cada ocasión. No es lo mismo tomarlo con los amigos, que con la pareja o con tus socios. Ni tampoco será igual si este se va acompañar de alimentos o no. Toma en cuenta el clima y la hora en la que lo tomarás. Si se trata de un clima caluroso y húmedo, lo mejor será elegir un blanco, espumoso o rosado. Si se trata de una cena en un sitio fresco, la mejor opción podría ser un tinto.
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No te fijes en el precio
Ni el más caro es el mejor, ni el más accesible es malo. Aunque es cierto que debes asignar un presupuesto, no permitas que sea este el factor decisivo. Primero selecciona en base al resto de sus características y por último descarta por precio, según te convenga. Define tu estilo y la ocasión para la que lo necesitas. Hay vinos caros de 50 pesos y hay otros de 300 pesos con una extraordinaria relación entre calidad y precio.
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Lee la etiqueta
Esta es la primera aproximación que tienes con una botella de vino y la primera que hay que entender. En ella encuentras la información básica para considerar o descartar un vino: tipo, variedad, región y cosecha.
Define la región o la uva que prefieres, ahí podrás descartar muchas opciones. Elige si te gustan con mezcla o una sola uva. Si te gusta una sola, busca los varietales. Luego, considera si lo prefieres con notas de madera o mejor un vino joven. Cuando se trata de uno joven, busca añadas recientes pues estos son los que no tienen barrica y por lo tanto, tampoco notas a madera. Con los vinos blancos y rosados también busca cosechas recientes, especialmente cuando se trata de encontrar notas afrutadas y frescas. En el caso de los tintos, puede haber más énfasis en las cosechas, unos cinco años está bien.
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Observa su color
Fijarse en los tonos del vino puede ser un buen indicador de su estado. Analiza la variedad, intensidad, brillo y transparencia del vino en cuestión. Si el vino es intenso, su color debe ser profundo. Si es más fresco, brilla más. Un vino que tiene colores rojizos está en perfectas condiciones. Si tiene un color ladrillo o café, es un vino en declive. Con los blancos busca que su color sea oro y no marrón. No quieres que tenga notas oxidadas.
- Examina el cuerpo
El grado de alcohol en un vino determina su cuerpo, puede ser ligero o con cuerpo. Hasta un 10.5% de contenido de alcohol, indica que su cuerpo es ligero. De 10.5% hasta los 12.5% se trata de un cuerpo medio y pasando los 12.5% es un vino con cuerpo. También puedes identificarlo de acuerdo a su textura y movimiento. Entre más viscoso, mayor contenido de alcohol.
7.¿ Qué aromas tiene?
El olfato es esencial en el mundo de los vinos. Es importante que el vino tenga muy buena intensidad, que aun cuando lo alejes de la nariz puedas percibir su aroma. Analiza los aromas que se desprenden de él. ¿Son agradables? ¿Te atraen? ¿Qué te evocan? Quizás, por cuestión personal, su olor no te guste del todo, pero sin duda podrás reconocer si el vino tiene elegancia o no. ¿Es un cañonazo de alcohol? o ¿sus aromas se muestran de manera sutil y elegante?
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Entiende su sabor
Distingue si lo primero que te llega a la boca es agradable o no. Debe existir un equilibrio entre el alcohol, la acidez (característica que permite que destaquen los sabores de la comida. Destaca los matices de frutas, hierbas y especias. Los vinos frescos son más ácidos) y la tanicidad (sensación de astringencia y aspereza), ninguna debe brillar por sí sola. Analiza también la textura en tu boca, busca que sea amable. ¿Lo percibes aterciopelado y sedoso o es áspero y desagradable? Considera también la longitud del vino, que es el tiempo que los sabores y el aroma continúan incluso después de pasar el vino por la garganta. Cuanto más tiempo, mejor. Estos elementos son referencia de su calidad.
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Elige según los platillos
Busca que el cuerpo del vino empate con el cuerpo y peso del platillo; es decir, si el platillo es grasoso, acompáñalo con vinos con cuerpo. Si es ligero, busca vinos con poco cuerpo. El vino debe empatar con la grasa del platillo.
Es común pensar que los pescados se maridan únicamente con los blancos, pero si se trata de un pescado de aguas frías, generalmente son más grasosos, por lo que un vino tinto de cuerpo medio armoniza mejor que un blanco con poco cuerpo. Las aves tienen cuerpo medio, así que busca un vino de intensidad media.
También toma en cuenta la acidez del vino y del platillo.
La acidez en el platillo corta la acidez en el vino. Un platillo dulce armoniza mejor con un vino dulce. Un postre dulce debe maridarse con un vino menos dulce. Los vinos con poco alcohol maridan mejor con platillos especiados.
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Atrévete a probar y déjate asesorar
Es importante perder el miedo a nuevos sabores y etiquetas. No te encajones en las mismas regiones y uvas, descubre la infinidad de opciones que existen. Y si ya cuentas con ciertos parámetros de lo que te gusta, acercarte con el asesor en la tienda puede resultar muy útil.