No es para sorprender que el lugar ideal de miles de veladas románticas, lunas de miel, y paseos inolvidables se haya convertido en el escenario ideal para que grandes directores la hayan elegido para la realización de sus películas
Desde 1940, Orson Welles eligió al puerto para filmar parte de La dama de Shangai, una historia de cine negro en la que un marinero irlandés, interpretado por él mismo, queda envuelto en intrigas y asesinatos.
En 1947 Emilio Indio Fernández, filmó en Acapulco «La Perla», por la que el fotógrafo Gabriel Figueroa fue premiado con el Globo de Oro y en el Festival de Venecia.
Tarzán y las sirenas (1948), protagonizada ni más ni menos que por Johnny Weismuller y que ya presentaba los espectaculares clavados de La Quebrada.
A Germán Valdés «Tin Tan», le fascinaba Acapulco. Ahí grabó: Simbad el mareado (1950). También El cofre del pirata (1958), El tesoro del Rey Salomón (1962), Tintansón Crusoe (1964), y Caín, Abel y el otro (1970).
Pedro Infante estuvo en Acapulco para grabar El inocente (), y Cantinflas, en el mismo año, El bolero de Raquel.
Y cómo olvidar los clásicos de Mauricio Garcés: Estoy casado ja, ja, ja (1961) y El matrimonio es como el demonio (1967).
En 2000 Juan Carlos de Llaca eligió a Acapulco en su debut cinematográfico para filmar Por la libre, con Osvaldo Benavides, Rodrigo Cachero y Ana de la Reguera, y en 2013, Eugenio Derbez, Jessica Lindsay y Loreto Peralta hicieron No se aceptan devoluciones.
Música y acción
Luis Buñuel dirigió a Acapulco su película La joven con Zachary Scott. y el rey Elvis Presley, estuvo en el puerto en 1963, para rodar Fun in Acapulco .
En Missing (1982) Costa-Gavras hizo pasar Acapulco por Viña del Mar; Sylvester Stallone filmó como si se tratase de Vietnam, Rambo II (1985) y en James Bond: licencia para matar (1989) A Acapulco lo convirtieron en un país ficticio.
Estos son solo algunas de las películas que inmortalizaron al puerto, y a los que Acapulco convidó su belleza para deleitar al mundo.